Diego DONCEL | Publicado el 10/10/1999 | Ver el número en PDF
No es preciso insistir en que los epistolarios forman parte esencial de la “literatura memorialista”. Su naturaleza es la de los diarios: reflejar los avatares de quien lo escribe, retratar su mundo psicológico e incluso proyectarse en la plasmación de una época. Todo esto queda de manifiesto en estas más de 300 cartas que Simone de Beauvoir escribió al novelista norteamericano Nelson Algren y en cuya excelente edición sólo hay que lamentar la ausencia de la correspondencia de Algren debido al veto de publicación de sus agentes. Se nos hurta así la otra visión de esta historia de amor que ambos vivieron desde su encuentro en Chicago en 1947, una historia que hay que entender dentro del pacto que Beauvoir estableció con Sartre: mantener una fidelidad en la que cabían otras relaciones amorosas.